Como cada tarde al caer el sol, Bicicleteo por la ciudad camino de casa, mientras la gente llena los bares, se adentra en los comercios y circulan con sus grandes coches por las calles y avenidas de mi ciudad. Me detengo en un paso de cebra y no puedo evitar escuchar la conversación de los dos ocupantes del Audi del lado, “Tio, este GPS es la ostia, me ha costao una pasta pero tiene 50GB de disco duro”, mientras, una anciana con aspecto humilde cruza con dificultad el paso de peatones con una bolsa en sus manos, donde asoma una barra de pan. No puedo evitar recordar que la noche anterior estuve leyendo el Barómetro Social de España, un estudio realizado por el colectivo Ioé, una organización dedicada a la investigación social y donde se constataba que la pobreza avanza imparable en el estado español.
Mientras en 1996 el número de personas que se encontraban en riesgo de pobreza era de 7.6 millones, a fecha de hoy ya son 9 millones de seres humanos, o lo que es lo mismo el 20% de la población, los que se mueven diariamente entre la delgada línea que separa la escasez de la pobreza. Nueve millones de historias pero con un perfil común, inmigrantes, mujeres, ancianos y jóvenes con trabajos precarios engrosan las cifras de las personas que tienen extremas dificultades en llegar a final de mes y lo que es más escalofriante uno de cada cuatro niños, está en riesgo de pobreza, el 26 % de los niños españoles. Mientras, el gasto social se ha reducido un 8% en los últimos ocho años.
La mala distribución de la riqueza, está propiciando el aumento de las personas con dificultades económicas, creando una sociedad más injusta y cada vez más segmentada donde la brecha entre los que más tienen y lo más necesitados es cada vez más pronunciada. Por todo ello se precisa el compromiso de las administraciones central, autonómica y local para realizar políticas que corrijan esta tendencia, creando igualdad de oportunidades para todos y todas y que aseguren al menos lo más básico a los necesitados, políticas que pasan por la mejora de los servicios públicos, como la sanidad, la educación y el transporte y que deben de huir del asistencialismo y fundamentarse en el reparto equitativo de la riqueza creando un espacio común donde todas las personas puedan desarrollarse profesional y personalmente.
Mientras tanto no olvidemos que hay 9 millones de seres humanos en el estado español, seguro que alguno muy cerca de nosotros, en una situación difícil y entender que un simple golpe del destino nos podría colocar en esta lista. Que al menos, ello nos haga reflexionar, y vivir nuestro día a día de una manera más responsable